Arroz
—¡Arroz, te traigo una carta!
Me llama arroz. Nosotros no tenemos nombre, ¿para qué? Sólo a dos tipos de queso, a dos tipos de pasta de dientes o a dos novelas hay que darles nombre para poder distinguirlos. Pero ¿a dos granos de arroz? Abrí la carta, le eché un vistazo y se la devolví.
Yo sólo soy un grano de arroz, pero no me gusta que me confundan con otros.