lunes, 31 de octubre de 2011

Vamos a matar a los gaticos (Álvaro Cepeda Samudio)

“Vamos a matar a los gaticos ­—dijo Doris—, vamos a matarlos. Yo sé cómo se hace, vamos a matarlos”.
“No, todavía no”.
“Pero tú dijiste que los íbamos a matar apenas nacieran —dijo Martha—. Tú dijiste que teníamos que matarlos para evitar que los regalaran”.
“¿Cuántos son? —preguntó Doris”.
“No sé: parece que hay cinco”.
“¿Dónde están?” —preguntó Doris.
“En el último cuarto. Los pusieron en la caja donde dormía Teddy”.
“¿Son bonitos?” —preguntó Doris.
“Yo no sé, yo no los he visto todavía. Pero sé que ya nacieron porque esta mañana lo estaban diciendo en la cocina”.
“Vamos a verlos” —dijo Martha.
“No, ahora no: después. Vamos a subirnos al techo”.
“Vamos —dijo Doris— y jugamos a Tarzán, ¿quieres? Bueno. Voy a buscar las cosas”.
“Yo no juego —dijo Martha”.
“¿Por qué no quieres jugar?”
“No puedo —dijo Martha—, yo no puedo subirme al techo”.
“¿Por qué no puedes subirte?”
“Tú sabes” —dijo Martha.
“Ella tiene miedo —dijo Doris—, vamos tú y yo”.
“Yo no tengo miedo —dijo Martha—, es que me da pena”.
“Vamos Doris, ella nos espera aquí”.
“Miedosa” —dijo Doris.
“Yo no soy miedosa —dijo Martha—, es que me da pena”.
“¿Por qué te da pena?” —preguntó Doris.
“Déjala ya, Doris”.
“Yo no tengo pantalones” dijo Martha.
“Ahora se lo voy a decir a mamá —dijo Doris—, ayer también viniste sin pantalones. Yo te vi”.
“Tú sabías que no tenía pantalones. Tú me dijiste. Y ahora quieres jugar a Tarzán” —dijo Martha.
“Cuando volvamos a la casa le voy a decir a mamá que tú le dices a Martha que no se ponga pantalones” —dijo Doris.
“Vamos a matar a los gaticos”.
“Vamos” —dijo Doris.
“Si se lo dices no los matamos” —dijo Martha.
“¿Se lo vas a decir, Doris?”
“No —dijo Doris. Vamos a matar a los gaticos. Entren”.
“¿Para qué cierras las ventanas? —preguntó Doris.
“Para que ella no se salga. Tráeme esa tabla, Martha”.
“Tenemos que sacarla de la caja porque de pronto se pone rabiosa y nos muerde” —dijo Doris.
“No, ella no muerde. Sostén la tapa mientras yo los saco”.
“¿Cuántos hay? —preguntó Doris.
“Cuatro nada más”.
“Abre la ventana, yo no los veo bien. ¿Son bonitos?” —dijo Martha.
“Sí, son bonitos. Hay dos negros y dos grises”.
“Yo quiero llevarme uno negro” —dijo Doris.
“No, hay que matarlos a todos. No te vas a llevar a ninguno. Yo dije que los iba a matar a todos. Mira, así: apriétalos por el cuello así, ¿ves? Apriétalos bien fuerte por un momento. Es fácil”.
“¿Ves? Este ya está muerto. Mata tú este otro”.
“Mata este tú, Martha, yo mato mejor el gris” —dijo Doris.
“No, yo me voy, yo no quiero matar ninguno” —dijo Martha.
“No tengas miedo, no te van a morder. ¿No ves que ni siquiera tiene dientes?”
“No, yo no quiero matar ninguno” —dijo Martha.
“Suelta ese ya, Doris, ya está muerto. Mata este otro”.
“No los maten, no los maten” —gritó Martha.
“Cállate, cállate, cállate. Sostén la tapa, Doris”.
“¿Qué vas a hacer?” —preguntó Doris.
“A ponerlos otra vez dentro de la caja”.
“Por qué no los enterramos en el patio y les hacemos procesión —dijo Doris—. ¿Quieres que traiga tres cajitas de cartón?”.
“Yo tengo en la casa un montón de cajitas”
“No, vamos a ponerlos en la caja otra vez. Falta uno. ¿No has podido matarlo todavía, Doris?”.
“Yo no quiero matar al negrito” —dijo Doris.
“Dámelo acá. Apura, Doris, dámelo”.
“Dáselo, Doris” —dijo Martha.
“Salgan. Cierra la puerta, Martha”.
“Vamos a subirnos al techo, dijo Doris”.
“No, hace mucho calor”.
“Pero yo quiero unas guindas. Tengo hambre” —dijo Doris.
“En la nevera hay galletas. Ve y tráelas”.
“¿Por qué lloras? —preguntó Martha.
“Yo no estoy llorando”.
“Sí estás llorando” —dijo Martha.
“No me molestes”.
“Tú no querias matar los gaticos” —dijo Martha.
“Sí quería”.
“No tengas miedo. Doris no le dice nada a Mamá” —dijo Martha.
“Yo no tengo miedo” “¿Entonces por qué estás llorando?” —dijo Martha.
“Por nada, por nada, por nada”.

1 comentario:

oswaldo visbal dijo...

Álvaro Cepeda Samudio.
Nacido en Ciénaga, Magdalena el 3 de marzo de 1926, este prolífico escritor y periodista marcó un hito en el ámbito cultural barranquillero no solo por sus escritos maravillosos cargados de la dura realidad sino por su constante apoyo y sin medida al arte y a todo tipo de expresión cultural. Fue bachiller egresado del Colegio Americano de Barranquilla ciudad en la cual floreció su musa de inspiración y su sentido de pertenencia. Defendió desde el lugar donde se encontrara los intereses de esta ciudad y hablo con franqueza y llamando a las cosas por su nombre con un sentido poético y realista. Fue un periodista consagrado lo cual lo llevo a ocupar cargos de alta responsabilidad en los diarios curramberos donde su pluma adornó las páginas. Prolífico autor de sendas columnas, crónicas políticas, culturales, y urbanas donde recogía las quejas sobre los problemas de la ciudad y enaltecía los valores y los personajes costeños. Egresado de la prestigiosa Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York ciudad que lo acogió durante sus estudios de periodismo y que le dio su ultimo adiós en octubre de 1.972. Una vez en Barranquilla fue corresponsal de The Sporting News y colaboró en la sección deportiva del diario El Nacional. Fueron sus columnas y sus textos una mezcla de narrativa y periodismo que desde su primera columna en El Nacional llamada "En el margen de la ruta" y sus dos primeros textos "Una Calle" y "El periodismo como función educacional" hasta su novela mas famosa "La Casa Grande", basada en la matanza de los peones de las bananeras en huelga a manos de un comando del ejército en el año 1928, motivo de admiración de la crítica literaria y de grandes nombres de las letras como el del nobel colombiano Gabriel García Márquez quien además fue su compañero junto con el catalán Ramón Vinyes, Germán Vargas, Alfonso Fuenmayor y el pintor Alejandro Obregón del Grupo de Barranquilla una tertulia de intelectuales fundada en 1946 que se desarrollaba en lugares hoy emblemáticos de la ciudad como La Cueva y La Tiendecita. Fue gracias a sus compañeros del Grupo que organizó y publicó sus cuentos "Todos estábamos a la espera" en el año de 1954. Fue columnista de los diarios El Nacional, El Heraldo donde publicó la columna “La brújula de la cultura” y dirigió el Diario del Caribe. Fue guionista y actor de cortometrajes como "La Langosta Azul" y organizó el Cine club de Barranquilla. Se casó en 1955 con Teresita Manotas con quien tuvo dos hijos. Sus dos hijos varones Álvaro Darío y Álvaro Pablo fallecieron siendo muy jóvenes y de sus dos hijas Patricia y Margarita es esta ultima la heredera de la vena periodística de su padre. Fue muy importante en la vida de Álvaro Cepeda Samudio, su compromiso con la cultura y siempre fue primordial su divulgación y circulación de manera libre. Su trabajo ha sido elogiado siempre por su imaginación, estilo pulcro, nítido y mesurado y según las palabras del premio nobel colombiano Gabriel García Márquez su obra “es una esplendida lección de transmutación poética sin escamotear la realidad"